Maria Antonieta Rivas Mercado
- Dinoráh Palma
- 3 mar 2019
- 5 Min. de lectura
Sin duda los inicios del siglo XX fueron una de las mejores épocas de México, aunque la revolución dejo a un país en ruinas, la lucha armada unió al país culturalmente. Justo a inicios de este siglo, específicamente el 28 de abril de 1900 nace una de las hijas prodigas de la nación, María Antonieta Rivas Mercado Castellano que tuvo una gran injerencia en la vida cultural de México pasados los años 30, hasta su trágica muerte. Fue uno de los pilares de la modernización de Mexico pos revolucionario, se rodeo de un grupo de jóvenes intelectuales, que compartían la pasión que ella misma profesaba por el arte.
Antonieta nace en la Ciudad de México, hija del famoso arquitecto y escultor Antonio Rivas Mercado, que es conocido por su mayor obra “La Columna de la Independencia” ubicada en la Ciudad de México y su madre Matilde Castellanos. Pasó su infancia rodeada de sus padres y sus 3 hermanos, recibió la mejor educación a cargo de profesores particulares y en múltiples ocasiones viajó en compañía de su padre a Europa, empezando a cultivar en ella una curiosidad precoz por el mundo de las artes; aprendió música y se desarrolló en el ámbito de la danza de manera destacada en el ballet. Antonieta se le describía por sus hermanas cómo una niña súper dotada; escribió su primer poema a los 3 años, a los 7 ya sabía leer y hablar en francés, bailaba con gracia , tocaba el piano con pasión y siempre andaba con un libro bajo el brazo, hablaba 5 idiomas y esto facilito las traducciones que haría de clásicos europeos más tarde. [1]


Antonieta vivió la época de la Revolución de una manera dramática, siempre apoyándose en su padre Antonio Rivas, el hombre al que más amo en el mundo. Sus hermanos y su madre huyen a Europa cuando inicia el movimiento armado. En esta época es cuando Antonieta a la edad de 18 años se caso con el inglés Albert Blair, con quien tuvo un hijo Donald Antonio. Gracias a la fiebre de la revolución a las diferencias ideológicas que compartía con su marido sobre el papel que debía de desempeñar una mujer casada y el amor ferviente de su esposo por la Revolución , Antonieta en 1923 se separa él y es así como entra al mundo intelectual y artístico.

Como se señaló en párrafos anteriores, los inicios del siglo XX y el auge de la cultura después de la revolución, el país se encontraba en un momento de reconstrucción y buscaba una redefinición en múltiples aspectos. Antonieta Rivas se encuentra en esta generación donde surgen estos cambios, su activismo cultural desempeñado con compromiso, y este a su vez fomentado por sus colegas contemporáneos. Sin duda fue una de las mujeres mexicanas con mayor conciencia intelectual de su época e incluso de la historia de México.[2]

Para 1928 México ya figuraba dentro del ámbito del arte moderno internacional, Antonieta y su grupo intelectual tenían entre 20 y 30 años de edad y se encontraban en un periodo de búsqueda de definiciones en todos los sentidos. Uno de sus primeros proyectos fue el Teatro Ulises, este nace cuando el grupo de jóvenes, cultos e inquietos, que además sabían otros idiomas, se reúnen para traducir obras, leer sus descubrimientos en cuanto novedades literarias en otros países. Es así que en su búsqueda y sus tardes de compartir sus adquisiciones, nace la idea de representarlas, en el tenor de poder desarrollar la cultura y poder compartirla, es así que junto con Manuel Rodríguez Lozano, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, y demás personalidades, comparten calidad de directores, escenógrafos, actores, iluminadores y realizadores de vestuario, creando una verdadera comunidad cultural, que fue sin duda uno de los factores mas fructíferos y transformadores para el avance intelectual del país. Y bajo este mismo nombre fue publicada una revista editada por los fundadores del teatro e incluso, se le daba amparo a exposiciones de las obras y las escenografías de los pintores que sumaron su colaboración a este esfuerzo, como son Manuel Rodriguez Lozano, Roberto Montenegro y Julio Castellanos. Toda esta promoción cultural era llevada a cabo por el apoyo económico de Antonieta Rivas Mercado.



Otro de los proyectos no menos importantes de Rivas Mercado, fue el apoyo que le brindó a Emilio Abreu, ya que gracias al amor que le tenía al Sor Juana Inés de la Cruz y particularmente porque sentía cercanía a ella ya que el convento de San Jerónimo lugar donde radico la poetísa, era una de las tantas propiedades heredadas por su padre. Emilio fue uno de los primeros estudiosos de la décima musa y este joven gracias al apoyo y los recursos de Antonieta se dedicó al rescate y difusión de Sor Juana Inés de la Cruz.
No hay obra cultural que resalte más y que aún perdura hasta nuestros días, como la Orquesta Sinfónica de México, antes llamada Sinfónica Mexicana, con la ayuda de Carlos Chávez y bajo el patronato de Ane Monrrow esposa del embajador de Estados Unidos que deja de financiar posteriormente la orquesta por la relación que llevaba Antonieta con Vasconcelos , así como el apoyo económico de Genaro Estrada, creador de la doctrina que lleva su nombre. Esta Orquesta perdura hasta nuestros días y claro es que este proyecto es el más importante de Antonieta.

Mujer de su tiempo, en el sentido más literal de la palabra, Antonieta apostó por el arte y la cultura que se producían en su actualidad, si bien la literatura y el teatro fueron los campos de acción para su creatividad personal, su ambición en la política se volvió la pasión que quizás la llevo a su trágica muerte. Cuando Valeria, como era llamada por Vasconcelos, se entrega a su campaña presidencial, es tanta su afición a la vida de campaña, que deja de lado sus proyectos culturales, mordió el anzuelo de Vasconcelos, ya que este se comprometió a conceder el voto a la mujer, y la idea de Antonieta era despertar el deseo de votar en la mujer, hacerla sentir que era su derecho. Ella en verdad creyó que Vasconcelos iba a ganar y dio todo su amor, dinero, talento y apoyo a su campaña. José Vasconcelos fue el primer hombre que estaba a su altura intelectual, Antonieta lo respetaba, lo admiraba y compartía su sueño de un México educado, con una educación que comenzara desde abajo, ofreciéndole la oportunidad a los talentosos de llegar a niveles mundiales.

Durante la campaña presidencial Antonieta sufre de severas crisis nerviosas, los doctores le recomiendan marcharse a Nueva York y es ahí donde sigue con su gestión cultural. Muchos factores contribuyeron a su suicidio, el fraude electoral de la campaña a la que le dedico su tiempo y dinero, su divorcio catastrófico que le costó la perdida de la patria potestad de su hijo. Todos estos factores la orillan a huir a Europa con su hijo, perseguida por la justicia mexicana, ya que debía de entregar al menor, la falta de apoyo por parte de Vasconcelos y la falta de dinero, hacen que Antonieta tome la decisión de acabar con vida de un tiro al corazón el 11 de febrero de 1931 en Notre Dame, en Paris.

La personalidad, el magnetismo y la elegancia de Antonieta eran una referencia de las personas que la llegaron a conocer, pero bajo ese exterior había un ser interno frágil, inseguro, una mujer necesitada de cariño y amor. Los restos de Antonieta Rivas Mercado no yacen en México, se perdieron en una fosa común en un cementerio de Francia.
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